Ec. 8:5.- El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.
En esta escritura, la palabra guardar proviene del hebreo shamar, que significa hacer un cerco alrededor, cuidar, cumplir, aplicar. La palabra mandamiento proviene del hebreo mitzvá que significa ley, mandato, precepto, consejo. Por su parte, sabio se traduce del hebreo kjacam, esto es inteligente, avisado, prudente; mientras que discernir se traduce del término hebreo yadá, que significa conocer, observar con cuidado, considerar, examinar, notar y percibir.
Acercarnos al significado original de los términos utilizados en estos versículos nos permite hacer una paráfrasis, lo que nos ayuda a comprender más profundamente lo que escribió el predicador inspirado por Dios. Podríamos entenderlo así:
El que guarda, el que hace un cerco alrededor, que cuida, cumple y aplica el mandamiento, la ley, el mensaje y el consejo de Dios, no experimentara o sufrirá mal. El corazón del sabio, del que es inteligente, avisado y prudente, discierne, conoce, observa con cuidado, considera, examina y percibe el tiempo y el juicio de Dios.
El que guarda, el que hace un cerco alrededor, que cuida, cumple y aplica el mandamiento, la ley, el mensaje y el consejo de Dios, no experimentara o sufrirá mal. El corazón del sabio, del que es inteligente, avisado y prudente, discierne, conoce, observa con cuidado, considera, examina y percibe el tiempo y el juicio de Dios.
¿Cómo y por qué han surgido las sectas y las falsas doctrinas?
Creo personalmente que cuando una persona o un grupo se desvía del camino de Dios es porque se aleja absolutamente del mitzvá, es decir, de la Palabra de Dios, del conocimiento de sus mandamientos. Abandonar el consejo y la dirección de Dios produce ignorancia. En estas condiciones se carece de la sabiduría del Señor para discernir, para observar con cuidado y distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo santo y lo profano, entre lo limpio y lo inmundo. El sabio, por su parte, se da cuenta de que así como hay un tiempo para todo, así también, habrá un tiempo para el juicio de Dios.
Aquí surge la pregunta: ¿quiénes son los responsables de ello? ¿Serán los pastores o los propios congregantes? Estoy convencido de que los responsables somos nosotros, los pastores y maestros, los encargados de cuidar y edificar la iglesia que Jesús compró con Su sangre.
Ef. 4:11-12 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
En este versículo, la palabra perfeccionar se traduce del griego katartismos que significa corregir todo lo deficiente, instruyendo y completando en todas sus partes.
En el Antiguo Testamento la responsabilidad de los sacerdotes es claramente descrita:
En el Antiguo Testamento la responsabilidad de los sacerdotes es claramente descrita:
Ez.44:23.- Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio.
¿Será ésta la misma responsabilidad de los pastores y los sacerdotes de hoy? Entiendo que sí, que es parte del trabajo… y que lamentablemente muchos, hoy en día, están incumpliendo esta misión encomendada por el Pastor de pastores.
El engaño religioso
Una de las señales que Jesús anunció como señales de su inminente regreso es, precisamente, el engaño religioso.
Una de las señales que Jesús anunció como señales de su inminente regreso es, precisamente, el engaño religioso.
Mt. 24:4-5 Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.
Mt. 24:11, 24 Y muchos falsos profetas se levantaran, y engañaran a muchos. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos
El Señor lo deja claro: jamás las señales o los milagros serán garantía o evidencia de que quienes los hacen provienen de Dios. ¡Satanás como engañador e imitador también hace señales y milagros! ¿Cómo sabrán los creyentes si uno que hace milagros proviene o no de Dios? Para eso el Señor nos da el discernimiento, pero éste no se produce por sí mismo, sino que es parte que el creyente alcanza por el estudio de la Biblia, la oración, la comunión con Dios y con sus santos.Esa falta de discernimiento es la razón principal por la que Dios envió profeta a predicar a la ciudad de Nínive, según el libro de Jonás. Al brindar a los habitantes de esta ciudad pagana la oportunidad de arrepentirse de sus pecados, Dios afirma:
Jon 4:11.- ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?
Estos ciento veinte mil son principalmente niños de entre tres y cuatro años de edad. Sin embargo fueron muchos más los que se arrepintieron. Según el capítulo tres del libro de Jonás todo Nínive creyó, se arrepintió y proclamó ayuno para hombres, mujeres, niños y hasta animales. ¡Todos éstos tuvieron convicción de pecado, el mensaje de Dios les abrió el entendimiento que les condujo a arrepentirse, entendieron la Palabra de juicio de Dios, mostraron discernimiento!
Jon 4:11.- ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?
Estos ciento veinte mil son principalmente niños de entre tres y cuatro años de edad. Sin embargo fueron muchos más los que se arrepintieron. Según el capítulo tres del libro de Jonás todo Nínive creyó, se arrepintió y proclamó ayuno para hombres, mujeres, niños y hasta animales. ¡Todos éstos tuvieron convicción de pecado, el mensaje de Dios les abrió el entendimiento que les condujo a arrepentirse, entendieron la Palabra de juicio de Dios, mostraron discernimiento!
La pregunta aquí es ¿cuántas personas, no sólo niños sino jóvenes y adultos habrá hoy que no saben discernir? Personalmente creo que una de nuestras principales oraciones debería consistir en pedirle a Dios entendimiento en lugar de cosas materiales: lo material viene por añadidura, lo que realmente necesitamos para la vida es la sabiduría de Dios.
1 Reyes 3:9-10 Da, pues, a tu siervo corazón entendido (oír con atención) para juzgar (pronunciar sentencia justa) a tu pueblo, y para discernir (conocer, observar con cuidado, considerar, examinar, notar y percibir.) entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.
El discernimiento y la revelación sólo vienen por el Espíritu de Dios.
1Co. 2:12-13 Y nosotros no hemos recibido el espíritu (con minúscula por ser humano, de pneuma, corriente de aire, soplo, viento o aliento) del mundo, (sus formas, la manera de pensar y de actuar de las personas del mundo) … sino el Espíritu (con mayúscula, divino) que proviene de Dios para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
Acomodando, aquí, viene del griego sunkríno que significa comparando, explicando, interpretando correctamente, juzgando una cosa con otra, cotejando una cosa con otra, una persona con otra, un Espiritual con un carnal. Es decir, acomodar lo espiritual a lo espiritual es aplicar las palabras y los principios espirituales a lo que es de origen espiritual (lo que es de la carne, carne es).
1Co. 2:14-15 Pero el hombre natural (del griego psuquikos; sensual, carnal) no percibe (del griego decomai, que no recibe, que no toma en cuenta) las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente (del griego anakrino que significa examinar, escudriñar exhaustivamente). En cambio el espiritual juzga (discierne, del griego anakrino, examina, escudriña) todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
Parafraseando estos versículos lo entendemos con mayor profundidad:
1Co. 2:12-15 Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sus formas, maneras de pensar y actuar, no hemos recibido el soplo, el viento, el aliento del mundo. Más bien hemos recibido el Espíritu que proviene de Dios, su soplo, su viento, el aliento de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas o aprendidas por sabiduría humana, sino por aquellas que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual, comparando, explicando, interpretando correctamente, juzgando una cosa con otra, cotejando una cosa con otra, una persona con otra, un espiritual con un carnal. Pero el hombre natural, sensual y carnal, no percibe, no recibe ni toma en cuenta las cosas que son del Espíritu de Dios porque para él son locura, son boberías, cosas absurdas, y no las puede entender, porque se las cosas espirituales se deben discernir, examinar y escudriñar exhaustivamente. En cambio el espiritual juzga, discierne, examina, escudriña todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie, esto es, él no puede ser juzgado por un incrédulo, por un hombre natural y carnal.
1Co. 2:12-15 Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sus formas, maneras de pensar y actuar, no hemos recibido el soplo, el viento, el aliento del mundo. Más bien hemos recibido el Espíritu que proviene de Dios, su soplo, su viento, el aliento de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas o aprendidas por sabiduría humana, sino por aquellas que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual, comparando, explicando, interpretando correctamente, juzgando una cosa con otra, cotejando una cosa con otra, una persona con otra, un espiritual con un carnal. Pero el hombre natural, sensual y carnal, no percibe, no recibe ni toma en cuenta las cosas que son del Espíritu de Dios porque para él son locura, son boberías, cosas absurdas, y no las puede entender, porque se las cosas espirituales se deben discernir, examinar y escudriñar exhaustivamente. En cambio el espiritual juzga, discierne, examina, escudriña todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie, esto es, él no puede ser juzgado por un incrédulo, por un hombre natural y carnal.
En otras palabras, sólo los que han nacido de nuevo y tienen el Espíritu Santo, y que han sido enseñados por Él, con la base ineludible e insustituible de la Biblia, pueden discernir, juzgar, examinar y escudriñar exhaustivamente las verdades espirituales de Dios.
Conclusión.
En estos tiempos se ha abandonado el Evangelio y se ha abrazado la sensualidad, el enfoque de muchos pastores, lejos de llevar a los creyentes a discernir entre lo bueno y lo malo, está orientado hacia la mera satisfacción de los sentidos. Es así como ahora somos testigos de una generación de pastores, ministros y creyentes cuya conducta está fundamentada en el pragmatismo, es decir, en valorar sólo los resultados inmediatos de las decisiones sin considerar los procedimientos. Es la generación de creyentes convencidos de que el fin justifica los medios.
En estos tiempos se ha abandonado el Evangelio y se ha abrazado la sensualidad, el enfoque de muchos pastores, lejos de llevar a los creyentes a discernir entre lo bueno y lo malo, está orientado hacia la mera satisfacción de los sentidos. Es así como ahora somos testigos de una generación de pastores, ministros y creyentes cuya conducta está fundamentada en el pragmatismo, es decir, en valorar sólo los resultados inmediatos de las decisiones sin considerar los procedimientos. Es la generación de creyentes convencidos de que el fin justifica los medios.
Ese pragmatismo se nota, nada más por poner un ejemplo, en la facilidad con la que se invita a un cantante o a un predicador supuestamente cristiano a “ministrar” aunque éste cobre por dar lo que recibió gratuitamente de parte de Dios, sin que importe su testimonio, si se trata de una persona de doble vida, de un homosexual, de un adicto a la pornografía, de un ladrón o un defraudador, con tal de que éste, popular como ha llegado a ser, llene un auditorio con capacidad para varios miles de personas, lo cual parece ser el único fin de muchos ministros y congregaciones.
El fin no justifica los medios: los verdaderos discípulos de Jesús tenemos la alta responsabilidad de desarrollar el discernimiento, es decir, la capacidad de observar con cuidado, notar y percibir, distinguir lo bueno de lo malo, lo santo de lo profano, lo inmundo de lo impío, lo carnal de lo espiritual.
El fin no justifica los medios: los verdaderos discípulos de Jesús tenemos la alta responsabilidad de desarrollar el discernimiento, es decir, la capacidad de observar con cuidado, notar y percibir, distinguir lo bueno de lo malo, lo santo de lo profano, lo inmundo de lo impío, lo carnal de lo espiritual.
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